lunes, 12 de octubre de 2009

Darwin: El materialismo, la moral

Quiniou*
El interés del Diccionario es múltiple. Señalaré dos aspectos que tocan mi propio enfoque filosófico.
Veo en primer lugar -aunque no sea su objetivo explícito- una importante contribución no solo a la historia del materialismo, sino a su fundamentación sobre bases científicas.
En efecto Darwin, hombre de ciencia, es materialista y la obra lo muestra constantemente. Su teoría de la transformación de especies, extendida al Hombre, afirma la unidad natural de lo viviente, incluido el pensamiento, y recusa tanto el dualismo de la materia y la vida tanto como el de la vida y el pensamiento, sostenido por el creacionismo cristiano. Impone pues una concepción monista y materialista del mundo y del Hombre en filosofía: no como una opción personal entre otras a cuenta de grandes opciones metafísicas entre las que es imposible elegir, ni como una interpretación agregada por inconfesas motivaciones que podrían ser políticas, sino como el mismo sentido filosófico de la ciencia, intelectualmente imperativo.
El materialismo, cuya dignidad teórica es sistemáticamente menospreciada por razones ideológicas frecuentemente condenables, aparece así validado por la ciencia. Inversamente, significa que la ciencia invalida otras concepciones del mundo y del Hombre que ocupan el primer plano en la escena filosófica, y funda el deber de una critica intransigente en ese dominio -en caso de querer pemanecer fieles a la intención de verdad constitutiva de la filosofía, ser "filósofos" y no "filodoxos". Podría temerse que esta intransigencia se pagase con un esquematismo reduccionista: «reabsorbiendo al Hombre en la evolución natural, no perderemos su especificidad cultural y moral?
El segundo interés del Diccionario es mostrar que la extensión universal del materialismo no implica un déficit de comprensión. En esto hay que rendir homenaje a P. Tort y su teoría del "efecto reversible de la evolución" que comparto en lo esencial. (...) La ganancia teórica lograda con esta nueva comprensión de la obra es enorme va más allá de Darwin. Muestra que no es preciso optar entre dos modelos de relación entre la naturaleza y la cultura: uno de los cuales reduce la cultura a la naturaleza y la reabsorbe (como lo hace, por ejemplo, la sociobiología vulgar) y otro que separa la cultura de la naturaleza enraizándola en una misteriosa trascendencia del Hombre (como lo hace, por ejemplo, el espiritualismo cristiano). En realidad, la cultura "rompe" con la naturaleza por el mismo efecto de la transformación evolutiva de ésta, por lo tanto, de una manera natural. Así se comprende la especificidad de lo humano sin abandonar el terreno de la inmanencia natural (o material) propio de la ciencia.
Se vuelve a encontrar la fecundidad de esta teoría a propósito de la moral, que puede explicarse sobre ese mismo terreno. Me detengo en este punto porque mi propio trabajo apunta a elaborar una teoría materialista de la moral. Ahora bien, las concepciones que gozan aquí de autoridad, en particular la de Kant, actúan también como pantalla en la medida que consideran la moral como una esfera aparte, que trasciende la materia y escapa a la inteligencia científica. En sentido inverso, el intento de Nietzsche por producir "una ciencia de la moral" partiendo de la vida (en lo que se reencuentra a Darwin, pero con otro signo), termina por destruirla so pretexto de naturalizarla: para él las diferentes morales solo son formas más o menos encubiertas de la voluntad de poder erigida en esencia ultima de la vida; desde este punto de vista no hay pues ni bien ni mal, ni valores objetivos, encargados de invertir el salvajismo vital, sino solo una ética vitalista del poder cuyos efectos devastadores no es preciso subrayar.
Darwin permite -me ha permitido- evitar tal consecuencia: la moral entendida como "efecto reversivo" de la evolución se explica sí por la vida, pero como una forma de vida especifica que se opone a las anteriores formas animales y nos conduce a dominarlas. Si se quiere es una "antinatura", pero surgida de la naturaleza misma. Así se evitan con fundadas razones teóricas, la trampa o la tentación del "inmoralismo teórico" que con demasiada facilidad se le atribuye al materialismo.
La consecuencia política de todo esto no es despreciable para quien se reclama del ideal de una sociedad emancipada: no es posible apoyarse en Darwin para justificar el liberalismo salvaje, no todo está permitido so pretexto del origen animal del Hombre. El "darwinismo social" que subyace en las peores prácticas actuales del capitalismo no es darwiniano.
* Filósofo. Autor de Problemas del materialismo (Meridiens-Klincksieck) , de Nietzsche ou l'impossible immoralisme (Kime) , y recientemente de Figures de la derasion politique (Kime).

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